29 ene 2015

Opiniones sobre el INIP de compañero(a)s que laboraron ahí



Opiniones sobre el INIP de compañero(a)s que laboraron ahí 

Compilado por Antonio Morilla G.


“En Mocochá se realizó la mayor parte de la investigación del INIP en ovinos de pelo (siguen produciendo como INIFAP), fue creado ex profeso con ese fin.

Ahí estuvieron en el grupo inicial investigadores como Mario Valencia, Enrique Salinas, Roberto Sanginés, Francisco Peña, Armando Rodríguez, Juan José Méndez, José Ponce de León, Manuel Heredia, Arturo Castellanos. Luego se incorporó la generación de PLANAT, Octavio Rojas, Raúl Bores, Mario Acuña, Luis Ortega, Onelia Lizárraga. Entre 1982 y 1985 se incorporaron Jorge Quintal, Víctor Segura, Javier G Cantón, Justo Tepal y Yolanda Moguel”


“Un Instituto que fomentaba la promoción y el desarrollo humano y profesional orientada a la solución de los problemas de la ganadería mexicana; con un alto sentido de responsabilidad social, patriotismo, trabajo en equipo y liderazgo científico en los ámbitos nacional e internacional”


“Habiendo cursado la Maestría, fue una gran experiencia trabajar en un lugar donde la

investigación era verdaderamente multidisciplinaria y donde uno se sentía parte de un

equipo de trabajo con misión y visión, algo no tan frecuente en estos días”


“Al leer toda la lista de los integrantes del CENIP-INIP me trae muy gratos recuerdos y añoranzas, no solo de mis jefes y tutores sino también de compañeros con los que labore en muchos lugares del país. A todos, sin distinción, les agradezco su confianza, enseñanzas, colaboración y afecto que me brindaron, porque se tradujeron en el profesional que soy. Los recuerdo con cariño, a los que aún están como a los que ya se han ido”


“En aquel entonces la investigación gozaba de libertad, una premisa fundamental de la investigación, lo que daba origen a proyectos verdaderamente creativos y diversos, generalmente impregnados con un contenido social fundamental, que daban respuesta a los numerosos reclamos del sector pecuario del país, los cuales se desarrollaban en un ambiente de gran camaradería y dentro de una mística de compromiso por servir al país. “Hago votos porque esos principio se retomen”


“Agradezco a la Institución y a los ejecutivos que me apoyaron durante mi estancia profesional dentro del Instituto, para lograr lo que soy, un Investigador en la producción pecuaria de mi país”


“Lo que recuerdo con más gusto de mi época de investigador en el INIP era la gran camaradería que existía, desde el más humilde de los trabajadores de campo, hasta el mismo director general, todos nos teníamos una gran estimación, nos tratábamos más como amigos que como compañeros de labores”


“Quienes tuvimos el privilegio de habernos formado en el inolvidable INIP, compartimos antes que nada una entrañable, desinteresada y auténtica amistad que formó una sólida familia, fuimos lo que éramos entonces, transparentes, todos nos conocíamos muy bien, sabíamos y además nos interesaba lo que cada quien hacía y por lo tanto aprendíamos de cada uno, nos visitábamos en nuestros laboratorios conociendo cosas nuevas, equipos e instrumentos que para quienes trabajábamos en otras ramas de la investigación pecuaria eran diferentes. Así aprendí como se hacían las vacunas, etc. además de los conocimientos de mis jefes y maestros que tuve en el añorado Departamento de Nutrición mi área de trabajo, así fue como ampliábamos lo que aprendíamos en la escuela. Bendito instituto que nos entregó lo que ahora disfrutamos en reconocimientos académicos y respeto de las nuevas generaciones. El grupo de trabajo de 1964 a 1985 “se notó” y hoy por hoy los investigadores que ahí nos hicimos son los mismos nombres que aparecen como autores de destacados capítulos y libros de texto en cada especialidad pecuaria, principalmente en Latinoamérica. Estoy seguro de que no hay un lugar en el mundo en que no haya participado algún miembro de esta brillante generación. De ahí también surgieron los directores y funcionarios de instituciones de investigación, enseñanza superior y de los gobiernos federal y estatales, organizaciones gremiales y de productores”



“La base fue la constante renovación y formación de investigadores, mediante los famosos “supermachos” que nos apuntábamos con la única gran motivación e interés de tener oportunidad de realizar la tesis y el servicio social y, eso era suficiente. Después los que sobrevivimos, nos contrató el INIP como investigadores y vivíamos en los campos experimentales con nuestras familias, donde la mística era trabajo, trabajo y más trabajo. Todos queríamos aprender, competir y sobresalir para ir a estudiar al extranjero, aprender inglés u otro idioma y regresar con maestrías y doctorados “de verdad”. Eso se perdió lamentablemente porque creo que actualmente ya no hay ni siquiera un Campo Experimental Pecuario, de tal suerte que el otra hora memorable Rancho Experimental “La Campana”, así como otros en donde crecimos….fueron abandonados, degradados en importancia o simplemente desaparecidos así como así”


“Grupo muy brillante, importante y de muchas aportaciones, pero no fuimos capaces de visualizar y construir un futuro mejor para la Ciencia y la Tecnología Pecuaria, hoy prácticamente en decadencia”.


“Cuando entré me dio mucho gusto el ambiente de trabajo. Recuerdo los juegos de volley ball después de la comida y el ambiente de camaradería que se vivía al estar juntos investigadores de diferentes especialidades. El nivel de exigencia era elevado y el orgullo de pertenecer a ese grupo se vivía todos los días.


“Éramos más que un grupo comprometido con el INIP, éramos un equipo, en el que pusimos siempre nuestra mejor voluntad para hacer nuestro trabajo”


“Entré por casualidad porque vine a hacer mi tesis; y de tesista entré al proyecto Derriengue donde había mucho trabajo, disciplina y material”


“La filosofía de trabajo era que no había sábados, domingos ni días festivos, tampoco horarios si no cumplir con los trabajos experimentales y de apoyo a la investigación, lo cual creo que le daba realce a la institución. Prácticamente no había jerarquías sino más bien era una familia, ya que los directivos del instituto conocían a todos o casi a todos y sabían en donde estaban y que hacían cada uno de los investigadores, lo cual se perdió al hacerse la fusión”

“La estructura era buena ya que los jefes de departamentos captaban las demandas nacionales y elaboraban los proyectos de investigación y los campos experimentales captaban las demandas locales o regionales y de acuerdo a esto hacían las propuestas de investigación”

“Los directivos eran investigadores emergidos de la misma institución, por lo cual tenían bien puesta la camiseta, lo que se perdió con la fusión”

“En la Campana participe en algunas investigaciones en pastizales y tome un curso de adiestramiento para el personal asignado al Programa Nacional De Investigación Aplicada –PLANAT. Estaba compuesta por especialistas en: Forrajes, Pastizales Nutrición, Sanidad y Estudios Socioeconómicos”

“El objetivo era crear Brigadas Interdisciplinarias que dieran respuesta científica a los problemas que enfrentaba la ganadería nacional” en especial a estratos de bajos recursos, también conocida como “Ganadería Social”

“En México casi no se aplicaba el conocimiento científico pecuario, ya sea en el INIP o en otros institutos, no era aplicada por las instancias gubernamentales que debían hacerlo”

“Las brigadas se suponían que deberían aterrizar en campo toda la información generada en los centros de investigación y experimentación La más importante aportación que hizo la Brigada PLANT Durango, fue el DIAGNOSTICO REGIONAL PECUARIO PARA LOS DISTRITOS I Y V DE SARH; COMO CONTRIBUCIÓN PARA LA ADOPCIÓN DE LA INVESTIGACIÓN APLICADA EN EL ESTADO DE DURANGO. Para realizar el diagnostico se recorrieron a palmo los distritos I y V, se aplicaron encuestas a productores y se hizo una exhaustiva revisión documental de información de todas las instancias de gobierno, como SARH, SRA, INEGI, y demás tanto a nivel nacional, estatal y municipal”


“El nivel de investigación en México estaba al nivel de los Estados Unidos, la diferencia es que allá si se aplica la información generada en los centros y en nuestro país no se aplicaba”


“Haber laborado en el INIP me dio un sentido de pertenencia que afortunadamente nunca lo he perdido, y hoy muchos años después aún me considero “campanero” y hago todo lo posible por continuar desarrollando las tareas que en alguna ocasión me fueron encomendadas y remuneradas mediante un sueldo, ya que actualmente y desde que salí de la institución, hago labores de capacitación, validación y transferencia de tecnología ganadera a veces cobrando utilizando mi despacho y la mayoría de las veces en forma gratuita en bien de la comunidad ganadera de mi región”


“Fue un logro después de 4 años de “supermacho” el haber ingresado al INIP que era considerado el centro neurálgico de la investigación pecuaria”


“Fueron los tiempos en que existió liderazgo técnico a través de los líderes de programa para la formación de investigadores noveles candidatos a investigador, y que hoy día la mayoría están formados en diferentes áreas, de hecho es el capital humano más valioso y reconocido como grupo a nivel nacional”


“En el INIP era primordial formar a los jóvenes bajo la sombra y cuidados de un investigador, había una mística de trabajar mucho y bien, para mí fue fundamental estar en los dos mejores campos experimentales del INIP La Posta y La Campana”


“Era un grupo muy unido y capaz liderado por el Carlos Arellano Sota y Everardo González Padilla, y a todos los investigadores de Palo Alto a quienes tengo grato recuerdo. Y en La Posta pues estaba Heriberto Román, Héctor Rojas, Polo Barradas, Rubén Loeza, Javier Padilla, Alfredo Arroyo, Rubén Aguilera, Chuy Pérez, Juan López, etc. etc. Definitivamente un equipo de trabajo unido y capaz que difícilmente se podrá repetir”


“Se contaba con el apoyo de los directivos para cualquier situación, es decir lo defendían a uno en cualquier problema o apoyaban en alguna necesidad particular”


“La época en la que laboré fue la EPOCA DE ORO de la investigación pecuaria en México; se llevaba con orgullo la camiseta del INIP”

1. La camaradería entre los investigadores y los recién ingresados al INIP (darle su lugar a los "nuevos" e incentivarlos).

2. El gusto verdadero por la investigación.

3. El afán de superación con cursos y posgrados.

4. La interacción con instituciones de investigación nacionales y de otros países.

5. Las investigaciones llevadas a cabo en el INIP trascendieron (vacunas: contra la rabia, contra la fiebre porcina clásica, el cultivo in vitro de Babesia bovis, etc.)”



“Éramos un mundo de jóvenes con muchas ilusiones apoyados por Investigadores de reconocido prestigio en el país, de los cuales aprendimos el trabajo en equipo y más que todo a trabajar con ética y con gusto en la investigación lo que hacía que más que trabajo fuera un placer y orgullo pertenecer al INIP”


“Era un grupo muy motivado, tratando de utilizar nuevas tecnología para resolver los problemas del campo”


“Los grupos de investigación eran profesionistas comprometidos con la institución y esto lo transmitían a los profesionistas que ingresaban al Instituto “


“La mayor aportación del INIP ha sido la gente que ahí se formó”


“Al desempeñarme como “directivo” (no teníamos reconocimiento de Mandos medios en el Tabulador de Puestos de la SARH) en los Campos Experimentales, me tocó la época difícil en los Campos Experimentales Pecuarios, ya que en mi gestión como jefe de los campos de “La Unión” en Guerrero y “El Verdineño” en Nayarit fueron invadidos por campesinos. Ante esta problemática siempre me otorgaron su orientación y apoyo el Dr. Mario Valencia Zarazúa y el Dr. Carlos Arellano Sota”


“Había mayor productividad. Más libertad para desarrollar investigación aplicada en todas las áreas. Formación de Recursos Humanos de alto rendimiento. Menos burocracia. Fue la época de oro de la Investigación Pecuaria, aunque lo sabemos hasta ahora”


“Un Instituto que fomentaba la promoción y el desarrollo humano y profesional orientada a la solución de los problemas de la ganadería mexicana; con un alto sentido de responsabilidad social, patriotismo, trabajo en equipo y liderazgo científico en los ámbitos nacional e internacional”


“Como estudiante de MVZ en la UNAM tuve la oportunidad de ingresar al INIP y conocer a los grandes investigadores de la época tanto a nivel nacional (algunos eran nuestros maestros) como a nivel internacional (mundialmente reconocidos), más adelante después de hacer la tesis pudimos tomar otro camino pero…. ya nos habíamos involucrado en la investigación, por lo que muchos optamos por continuar con estudios de posgrado en el extranjero, yo obtuve un diploma de Epizootiología en Brasil (Panaftosa/OPS) y luego la maestría en Epidemiología y Medicina Preventiva en la Universidad de California, Davis. A mi regreso de USA formamos la Coordinación de Epizootiología con Diódoro Batalla, Mario Martell, Pepe Morales, Apolinar Cruz y muchos más, de esta manera se pudo formar a jóvenes MVZ recién egresados, en el campo de la epidemiología para integrarlos a los diferentes Centros Experimentales del INIP, cuya función era de inicio hacer los diagnósticos situacionales de la sanidad animal en las zonas respectivas. Para terminar quiero agradecer públicamente al INIP y a mis maestros que ahí me formaron, la oportunidad que me brindaron para ser lo que ahora soy en el campo profesional”


“Una época dorada de la investigación pecuaria en México, que lamentablemente no se pudo conservar”


“La filosofía de trabajo era que no había sábados, domingos ni días festivos, tampoco horarios si no cumplir con los trabajos experimentales y de apoyo a la investigación, lo cual creo que le daba realce a la institución, Prácticamente no había jerarquías sino más bien era una familia, ya que los directivos del instituto conocían a todos o casi a todos y sabían en donde estaban y que hacían cada uno de los investigadores, lo cual se perdió al hacerse la fusión”


“La estructura era buena ya que los jefes de departamentos captaban las demandas nacionales y elaboraban los proyectos de investigación y los campos experimentales captaban las demandas locales o regionales y de acuerdo a esto hacían las propuestas de investigación”


“Los directivos eran investigadores emergidos de la misma institución, por lo cual tenían bien puesta la camiseta, lo que se perdió con la fusión”


“Lo que recuerdo con más gusto de mi época de investigador en el INIP era la gran camaradería que existía, desde el más humilde de los trabajadores de campo, hasta el mismo director general, todos nos teníamos una gran estimación, nos tratábamos más como amigos que como compañeros de labores en la Campana y la forma en que me trato el Dr. Martin González hicieron de mi primer trabajo un segundo hogar. Antes de morir tuve la oportunidad visitarlo en varias ocasiones recordar anécdotas, reír y sobre todo agradecerle y decirle lo importante que fue en mi vida. Aprovecho esta oportunidad para decirle a otro jefe, el Dr. Everardo González Padilla, que tiene mi respeto, admiración y cariño por siempre”


“En esa época, la investigación estaba a cargo de muchos médicos veterinarios e ingenieros agrónomos jóvenes que tenían muchas ganas de dejar huella en su paso por la ¨Posta¨. Además tuvimos la oportunidad de conocer a todos los investigadores adscritos a la coordinación general del golfo del INIP, que incluía, Paso del toro, Aldama Tamaulipas, Hueytamalco, Puebla, Playa Vicente, Veracruz, Balan can, Tabasco y Hui manguillo Tabasco. Y en 1981, se inició la impresión de boletines por parte de la coordinación regional del golfo, dirigido a productores. De ahí estimo, que se inició la punta de lanza de los GGAVATS, que marco historia”


“Era un honor y un privilegio trabajar en el INIP, éramos muy respetados por el gremio pecuario Nacional e Internacional por la seriedad, honestidad, la entrega, la pasión, pero sobre todo, el gran conocimiento científico que había. Nuestros Directivos eran muy confiables y entregados al quehacer científico”

Era un privilegio pertenecer al INIP con todos los investigadores de primer nivel”


“Se contaba con el apoyo de los directivos para cualquier situación, es decir lo defendían a uno en cualquier problema o apoyaban en alguna necesidad particular”


“Grupo muy brillante, importante y de muchas aportaciones, pero no fuimos capaces de visualizar y construir un futuro mejor para la Ciencia y la Tecnología Pecuaria, hoy prácticamente en decadencia”


“Me inicie en el Instituto Nacional de Investigaciones Pecuarias –SARH en el año de 1961; estuve a las órdenes del Dr. Miguel Huerta Hernández , quien era maestro de farmacología veterinaria de la Escuela de Medicina Veterinaria y Zootecnia (hoy Facultad). El maestro Huerta tenía el proyecto sobre gumboro en Caballos (pensando que la causa era el Trypanosoma gambienze). Mi responsabilidad era cuidar, sangrar, etc. a conejos inoculados con una cepa de Trypanosoma gambienze; se tuvo éxito porque dio margen a estudiar el desarrollo de una vacuna contra la enfermedad mencionada. Lo que sí quiero decir que fue un año en el cual no percibí paga es decir estuve de “SUPERMACHO”.

Para 1962 designaron al Dr. Manuel Ramírez Valenzuela como Director del Instituto, situación que me favoreció pues tuve la oportunidad que me otorgara mi primer nombramiento provisional “OFICIAL, E DE TRANSPORTES” hasta alcanzar el nombramiento de “VETERINARIO, A” en 1968.Recuerdo que alrededor de 1962 ingresó a las instalaciones del Instituto la Fundación Rockefeller (USA), que posteriormente fue CENTRO NACIONAL DE INVESTIGACIONES PECUARIAS, cuyo propósito fue establecer un Proyecto de Investigaciones a nivel nacional en las áreas veterinarias. Al frente de esta Institución como Director General venía el Dr. John A. Pino. Solicité entrevistarme con el Dr. Pino y le comente mis deseos que quería ser Investigador en el área de la Nutrición Animal, no sabía bien que era la nutrición, pero quería yo ser “Nutriólogo”; (para esas fechas 1962 ya era yo pasante de la carrera de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM). Desafortunadamente el Dr. Jonh A. Pino me indicó textualmente “NO ES POSIBLE TU INGRESO PORQUE SE REQUIERE GENTE NUEVA QUE NO TENGA QUE VER CON OTRAS INSTITUCIONES”; me sentí muy desmoralizado; pero en fin; para ese entonces yo era el jefe del Departamento de Microscopía de los Alimentos y de Bromatología del Instituto. Continué mi labor profesional a mi cargo, hasta que en 1965 designaron al Dr. Melitón Betancourt en vez de …….., como jefe del Departamento de Registro y Control Nacional de Productos Veterinarios: Medicamentos, alimentos, biológicos, vitaminas, etc.; EL Dr. Betancourt me propuso laborar en su departamento. Posteriormente designaron a este Departamento de Registro y Control Nacional de Productos Veterinarios al Dr. J. Antonio Muñoz del Pozo, quien me nombró en 1972, Subjefe de dicho departamento. Estuve comisionado por un tiempo al Departamento de Registro y Control Nacional de Productos Veterinarios ubicado en la Alameda Central; a mi regreso al INIP estaba como jefe del Departamento de Nutrición y Bioquímica el Dr. Héctor Merino Zúñiga hablé con él y logre incorporarme a su proyecto de investigación. Así que para 1975 mi labor ya era como investigador con otra política y forma de desarrollo. Posteriormente se cambió el jefe del Departamento de Nutrición al Dr. Armando Shimada Miyasaka y pude realizar la Maestría en Nutrición en la FES Cuautitlán-UNAM.

Posteriormente fui editor de la revista científica Técnica Pecuaria en México de octubre 1988 a enero 1991.

A pesar de los cambios tan dramáticos, fusiones, etc., que se dieron muy complejos y difíciles logre llegar al máximo nivel del tabulador como investigador. En ese tiempo recibí varios premios entre ellos Investigador Nacional Nivel 1. En junio de 1997 tomé la decisión de “Jubilarme”

Agradezco a la Institución y a los ejecutivos que me apoyaron durante mi estancia profesional dentro del Instituto, para lograr lo que soy, un Investigador en la producción pecuaria de mi País”


“En aquel entonces la investigación gozaba de libertad, una premisa fundamental de la investigación, lo que daba origen a proyectos verdaderamente creativos y diversos, generalmente impregnados con un contenido social fundamental, que daban respuesta a los numerosos reclamos del sector pecuario del país, los cuales se desarrollaban en un ambiente de gran camaradería y dentro de una mística de compromiso por servir al país. “Hago votos porque esos principio se retomen”.


“Éramos un mundo de jóvenes con muchas ilusiones apoyados por Investigadores de reconocido prestigio en el país, de los cuales aprendimos el trabajo en equipo y más que todo a trabajar con ética y con gusto en la investigación lo que hacía que más que trabajo fuera un placer y orgullo pertenecer al INIP”


“Mi primer contacto con el INIP fue en la clase de “Administración” con el MVZ Ernesto Mendoza, profesor de la FMVZ-UNAM, desde ese momento me enamoré de lo que se realizaba en “Palo Alto”; posteriormente llegó a mis manos una revista Técnica Pecuaria en México, revisé un artículo del Dr Morilla acerca de la gastroenteritis transmisible de los cerdos y ví que la única mujer incluida como co-autor en toda la revista era la Dra. Camila Arriaga, en ese momento me dije –yo quiero ser como ella-. Mi compañera y amiga Sandra Cuevas mencionó en Diciembre del 84 que había una plaza en “Epizootiología” y vine a ver al MVZ José Morales, que me recibió muy amablemente y me comentó que desafortunadamente la plaza ya había sido otorgada, pero que era bienvenida si quería ir a ver lo que se hacía en ese laboratorio, por supuesto dije que sí. Ese lapso de 1985 fue muy importante para mí, ya que me aprendí varias técnicas, que me han servido durante todo el resto de mi carrera como investigadora y también hice grandes amistades e incluso conocí en el INIP al papá de mis hijos. Posteriormente, en 1986 y ya siendo el INIFAP, fui contratada por la Dra. María Roldán de Gordón, a la que estoy segura desde donde está le gustará ver la culminación de este documento”

 Nota: Este escrito forma parte de la Memoria del INIP publicado en 2014



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