Opiniones sobre el INIP de compañero(a)s que laboraron ahí
Compilado por Antonio Morilla G.
“En
Mocochá se realizó la mayor parte de la investigación del INIP en ovinos de
pelo (siguen produciendo como INIFAP), fue creado ex profeso con ese fin.
Ahí
estuvieron en el grupo inicial investigadores como Mario Valencia, Enrique
Salinas, Roberto Sanginés, Francisco Peña, Armando Rodríguez, Juan José Méndez,
José Ponce de León, Manuel Heredia, Arturo Castellanos. Luego se incorporó la
generación de PLANAT, Octavio Rojas, Raúl Bores, Mario Acuña, Luis Ortega,
Onelia Lizárraga. Entre 1982 y 1985 se incorporaron Jorge Quintal, Víctor
Segura, Javier G Cantón, Justo Tepal y Yolanda Moguel”
“Un
Instituto que fomentaba la promoción y el desarrollo humano y profesional
orientada a la solución de los problemas de la ganadería mexicana; con un alto
sentido de responsabilidad social, patriotismo, trabajo en equipo y liderazgo
científico en los ámbitos nacional e internacional”
“Habiendo
cursado la Maestría, fue una gran experiencia trabajar en un lugar donde la
investigación
era verdaderamente multidisciplinaria y donde uno se sentía parte de un
equipo
de trabajo con misión y visión, algo no tan frecuente en estos días”
“Al leer
toda la lista de los integrantes del CENIP-INIP me trae muy gratos recuerdos y
añoranzas, no solo de mis jefes y tutores sino también de compañeros con los
que labore en muchos lugares del país. A todos, sin distinción, les agradezco
su confianza, enseñanzas, colaboración y afecto que me brindaron, porque se
tradujeron en el profesional que soy. Los recuerdo con cariño, a los que aún
están como a los que ya se han ido”
“En
aquel entonces la investigación gozaba de libertad, una premisa fundamental de
la investigación, lo que daba origen a proyectos verdaderamente creativos y
diversos, generalmente impregnados con un contenido social fundamental, que
daban respuesta a los numerosos reclamos del sector pecuario del país, los
cuales se desarrollaban en un ambiente de gran camaradería y dentro de una
mística de compromiso por servir al país. “Hago votos porque esos principio se
retomen”
“Agradezco
a la Institución y a los ejecutivos que me apoyaron durante mi estancia
profesional dentro del Instituto, para lograr lo que soy, un Investigador en la
producción pecuaria de mi país”
“Lo que
recuerdo con más gusto de mi época de investigador en el INIP era la gran
camaradería que existía, desde el más humilde de los trabajadores de campo,
hasta el mismo director general, todos nos teníamos una gran estimación, nos
tratábamos más como amigos que como compañeros de labores”
“Quienes
tuvimos el privilegio de habernos formado en el inolvidable INIP, compartimos
antes que nada una entrañable, desinteresada y auténtica amistad que formó una
sólida familia, fuimos lo que éramos entonces, transparentes, todos nos
conocíamos muy bien, sabíamos y además nos interesaba lo que cada quien hacía y
por lo tanto aprendíamos de cada uno, nos visitábamos en nuestros laboratorios
conociendo cosas nuevas, equipos e instrumentos que para quienes trabajábamos
en otras ramas de la investigación pecuaria eran diferentes. Así aprendí como
se hacían las vacunas, etc. además de los conocimientos de mis jefes y maestros
que tuve en el añorado Departamento de Nutrición mi área de trabajo, así fue
como ampliábamos lo que aprendíamos en la escuela. Bendito instituto que nos
entregó lo que ahora disfrutamos en reconocimientos académicos y respeto de las
nuevas generaciones. El grupo de trabajo de 1964 a 1985 “se notó” y hoy por hoy los investigadores que ahí nos hicimos son
los mismos nombres que aparecen como autores de destacados capítulos y libros
de texto en cada especialidad pecuaria, principalmente en Latinoamérica. Estoy
seguro de que no hay un lugar en el mundo en que no haya participado algún
miembro de esta brillante generación. De ahí también surgieron los directores y
funcionarios de instituciones de investigación, enseñanza superior y de los
gobiernos federal y estatales, organizaciones gremiales y de productores”
“La base
fue la constante renovación y formación de investigadores, mediante los famosos
“supermachos” que nos apuntábamos con la única gran motivación e interés de
tener oportunidad de realizar la tesis y el servicio social y, eso era
suficiente. Después los que sobrevivimos, nos contrató el INIP como
investigadores y vivíamos en los campos experimentales con nuestras familias,
donde la mística era trabajo, trabajo y más trabajo. Todos queríamos aprender,
competir y sobresalir para ir a estudiar al extranjero, aprender inglés u otro
idioma y regresar con maestrías y doctorados “de verdad”. Eso se perdió
lamentablemente porque creo que actualmente ya no hay ni siquiera un Campo
Experimental Pecuario, de tal suerte que el otra hora memorable Rancho
Experimental “La Campana”, así como otros en donde crecimos….fueron
abandonados, degradados en importancia o simplemente desaparecidos así como así”
“Grupo
muy brillante, importante y de muchas aportaciones, pero no fuimos capaces de
visualizar y construir un futuro mejor para la Ciencia y la Tecnología
Pecuaria, hoy prácticamente en decadencia”.
“Cuando
entré me dio mucho gusto el ambiente de trabajo. Recuerdo los juegos de volley
ball después de la comida y el ambiente de camaradería que se vivía al estar
juntos investigadores de diferentes especialidades. El nivel de exigencia era
elevado y el orgullo de pertenecer a ese grupo se vivía todos los días.
“Éramos
más que un grupo comprometido con el INIP, éramos un equipo, en el que pusimos
siempre nuestra mejor voluntad para hacer nuestro trabajo”
“Entré
por casualidad porque vine a hacer mi tesis; y de tesista entré al proyecto
Derriengue donde había mucho trabajo, disciplina y material”
“La
filosofía de trabajo era que no había sábados, domingos ni días festivos,
tampoco horarios si no cumplir con los trabajos experimentales y de apoyo a la
investigación, lo cual creo que le daba realce a la institución. Prácticamente
no había jerarquías sino más bien era una familia, ya que los directivos del
instituto conocían a todos o casi a todos y sabían en donde estaban y que
hacían cada uno de los investigadores, lo cual se perdió al hacerse la fusión”
“La
estructura era buena ya que los jefes de departamentos captaban las demandas
nacionales y elaboraban los proyectos de investigación y los campos
experimentales captaban las demandas locales o regionales y de acuerdo a esto
hacían las propuestas de investigación”
“Los
directivos eran investigadores emergidos de la misma institución, por lo cual
tenían bien puesta la camiseta, lo que se perdió con la fusión”
“En la
Campana participe en algunas investigaciones en pastizales y tome un curso de
adiestramiento para el personal asignado al Programa Nacional De Investigación
Aplicada –PLANAT. Estaba compuesta por especialistas en: Forrajes, Pastizales
Nutrición, Sanidad y Estudios Socioeconómicos”
“El
objetivo era crear Brigadas Interdisciplinarias que dieran respuesta científica
a los problemas que enfrentaba la ganadería nacional” en especial a estratos de
bajos recursos, también conocida como “Ganadería Social”
“En
México casi no se aplicaba el conocimiento científico pecuario, ya sea en el
INIP o en otros institutos, no era aplicada por las instancias gubernamentales
que debían hacerlo”
“Las
brigadas se suponían que deberían aterrizar en campo toda la información
generada en los centros de investigación y experimentación La más importante
aportación que hizo la Brigada PLANT Durango, fue el DIAGNOSTICO REGIONAL
PECUARIO PARA LOS DISTRITOS I Y V DE SARH; COMO CONTRIBUCIÓN PARA LA ADOPCIÓN DE
LA INVESTIGACIÓN APLICADA EN EL ESTADO DE DURANGO. Para realizar el diagnostico
se recorrieron a palmo los distritos I y V, se aplicaron encuestas a
productores y se hizo una exhaustiva revisión documental de información de
todas las instancias de gobierno, como SARH, SRA, INEGI, y demás tanto a nivel
nacional, estatal y municipal”
“El
nivel de investigación en México estaba al nivel de los Estados Unidos, la
diferencia es que allá si se aplica la información generada en los centros y en
nuestro país no se aplicaba”
“Haber
laborado en el INIP me dio un sentido de pertenencia que afortunadamente nunca
lo he perdido, y hoy muchos años después aún me considero “campanero” y hago
todo lo posible por continuar desarrollando las tareas que en alguna ocasión me
fueron encomendadas y remuneradas mediante un sueldo, ya que actualmente y
desde que salí de la institución, hago labores de capacitación, validación y
transferencia de tecnología ganadera a veces cobrando utilizando mi despacho y
la mayoría de las veces en forma gratuita en bien de la comunidad ganadera de
mi región”
“Fue un
logro después de 4 años de “supermacho” el haber ingresado al INIP que era
considerado el centro neurálgico de la investigación pecuaria”
“Fueron
los tiempos en que existió liderazgo técnico a través de los líderes de
programa para la formación de investigadores noveles candidatos a investigador,
y que hoy día la mayoría están formados en diferentes áreas, de hecho es el
capital humano más valioso y reconocido como grupo a nivel nacional”
“En el
INIP era primordial formar a los jóvenes bajo la sombra y cuidados de un
investigador, había una mística de trabajar mucho y bien, para mí fue
fundamental estar en los dos mejores campos experimentales del INIP La Posta y
La Campana”
“Era un
grupo muy unido y capaz liderado por el Carlos Arellano Sota y Everardo
González Padilla, y a todos los investigadores de Palo Alto a quienes tengo
grato recuerdo. Y en La Posta pues estaba Heriberto Román, Héctor Rojas, Polo
Barradas, Rubén Loeza, Javier Padilla, Alfredo Arroyo, Rubén Aguilera, Chuy
Pérez, Juan López, etc. etc. Definitivamente un equipo de trabajo unido y capaz
que difícilmente se podrá repetir”
“Se
contaba con el apoyo de los directivos para cualquier situación, es decir lo
defendían a uno en cualquier problema o apoyaban en alguna necesidad particular”
“La
época en la que laboré fue la EPOCA DE ORO de la investigación pecuaria en
México; se llevaba con orgullo la camiseta del INIP”
1. La
camaradería entre los investigadores y los recién ingresados al INIP (darle su
lugar a los "nuevos" e incentivarlos).
2. El
gusto verdadero por la investigación.
3. El
afán de superación con cursos y posgrados.
4. La
interacción con instituciones de investigación nacionales y de otros países.
5. Las
investigaciones llevadas a cabo en el INIP trascendieron (vacunas: contra la
rabia, contra la fiebre porcina clásica, el cultivo in vitro de Babesia bovis, etc.)”
“Éramos
un mundo de jóvenes con muchas ilusiones apoyados por Investigadores de reconocido
prestigio en el país, de los cuales aprendimos el trabajo en equipo y más que
todo a trabajar con ética y con gusto en la investigación lo que hacía que más
que trabajo fuera un placer y orgullo pertenecer al INIP”
“Era un
grupo muy motivado, tratando de utilizar nuevas tecnología para resolver los
problemas del campo”
“Los
grupos de investigación eran profesionistas comprometidos con la institución y
esto lo transmitían a los profesionistas que ingresaban al Instituto “
“La
mayor aportación del INIP ha sido la gente que ahí se formó”
“Al
desempeñarme como “directivo” (no teníamos reconocimiento de Mandos medios en
el Tabulador de Puestos de la SARH) en los Campos Experimentales, me tocó la
época difícil en los Campos Experimentales Pecuarios, ya que en mi gestión como
jefe de los campos de “La Unión” en Guerrero y “El Verdineño” en Nayarit fueron
invadidos por campesinos. Ante esta problemática siempre me otorgaron su
orientación y apoyo el Dr. Mario Valencia Zarazúa y el Dr. Carlos Arellano Sota”
“Había
mayor productividad. Más libertad para desarrollar investigación aplicada en
todas las áreas. Formación de Recursos Humanos de alto rendimiento. Menos
burocracia. Fue la época de oro de la Investigación Pecuaria, aunque lo sabemos
hasta ahora”
“Un
Instituto que fomentaba la promoción y el desarrollo humano y profesional
orientada a la solución de los problemas de la ganadería mexicana; con un alto
sentido de responsabilidad social, patriotismo, trabajo en equipo y liderazgo
científico en los ámbitos nacional e internacional”
“Como
estudiante de MVZ en la UNAM tuve la oportunidad de ingresar al INIP y conocer
a los grandes investigadores de la época tanto a nivel nacional (algunos eran
nuestros maestros) como a nivel internacional (mundialmente reconocidos), más
adelante después de hacer la tesis pudimos tomar otro camino pero…. ya nos
habíamos involucrado en la investigación, por lo que muchos optamos por
continuar con estudios de posgrado en el extranjero, yo obtuve un diploma de
Epizootiología en Brasil (Panaftosa/OPS) y luego la maestría en Epidemiología y
Medicina Preventiva en la Universidad de California, Davis. A mi regreso de USA
formamos la Coordinación de Epizootiología con Diódoro Batalla, Mario Martell,
Pepe Morales, Apolinar Cruz y muchos más, de esta manera se pudo formar a
jóvenes MVZ recién egresados, en el campo de la epidemiología para integrarlos
a los diferentes Centros Experimentales del INIP, cuya función era de inicio
hacer los diagnósticos situacionales de la sanidad animal en las zonas
respectivas. Para terminar quiero agradecer públicamente al INIP y a mis
maestros que ahí me formaron, la oportunidad que me brindaron para ser lo que
ahora soy en el campo profesional”
“Una
época dorada de la investigación pecuaria en México, que lamentablemente no se
pudo conservar”
“La
filosofía de trabajo era que no había sábados, domingos ni días festivos,
tampoco horarios si no cumplir con los trabajos experimentales y de apoyo a la
investigación, lo cual creo que le daba realce a la institución, Prácticamente
no había jerarquías sino más bien era una familia, ya que los directivos del
instituto conocían a todos o casi a todos y sabían en donde estaban y que
hacían cada uno de los investigadores, lo cual se perdió al hacerse la fusión”
“La
estructura era buena ya que los jefes de departamentos captaban las demandas
nacionales y elaboraban los proyectos de investigación y los campos
experimentales captaban las demandas locales o regionales y de acuerdo a esto
hacían las propuestas de investigación”
“Los
directivos eran investigadores emergidos de la misma institución, por lo cual
tenían bien puesta la camiseta, lo que se perdió con la fusión”
“Lo que
recuerdo con más gusto de mi época de investigador en el INIP era la gran
camaradería que existía, desde el más humilde de los trabajadores de campo,
hasta el mismo director general, todos nos teníamos una gran estimación, nos
tratábamos más como amigos que como compañeros de labores en la Campana y la
forma en que me trato el Dr. Martin González hicieron de mi primer trabajo un
segundo hogar. Antes de morir tuve la oportunidad visitarlo en varias ocasiones
recordar anécdotas, reír y sobre todo agradecerle y decirle lo importante que
fue en mi vida. Aprovecho esta oportunidad para decirle a otro jefe, el Dr.
Everardo González Padilla, que tiene mi respeto, admiración y cariño por
siempre”
“En esa
época, la investigación estaba a cargo de muchos médicos veterinarios e
ingenieros agrónomos jóvenes que tenían muchas ganas de dejar huella en su paso
por la ¨Posta¨. Además tuvimos la oportunidad de conocer a todos los
investigadores adscritos a la coordinación general del golfo del INIP, que
incluía, Paso del toro, Aldama Tamaulipas, Hueytamalco, Puebla, Playa Vicente,
Veracruz, Balan can, Tabasco y Hui manguillo Tabasco. Y en 1981, se inició la
impresión de boletines por parte de la coordinación regional del golfo,
dirigido a productores. De ahí estimo, que se inició la punta de lanza de los
GGAVATS, que marco historia”
“Era un
honor y un privilegio trabajar en el INIP, éramos muy respetados por el gremio
pecuario Nacional e Internacional por la seriedad, honestidad, la entrega, la
pasión, pero sobre todo, el gran conocimiento científico que había. Nuestros
Directivos eran muy confiables y entregados al quehacer científico”
Era un
privilegio pertenecer al INIP con todos los investigadores de primer nivel”
“Se
contaba con el apoyo de los directivos para cualquier situación, es decir lo
defendían a uno en cualquier problema o apoyaban en alguna necesidad particular”
“Grupo
muy brillante, importante y de muchas aportaciones, pero no fuimos capaces de
visualizar y construir un futuro mejor para la Ciencia y la Tecnología
Pecuaria, hoy prácticamente en decadencia”
“Me
inicie en el Instituto Nacional de Investigaciones Pecuarias –SARH en el año de
1961; estuve a las órdenes del Dr. Miguel Huerta Hernández , quien era maestro
de farmacología veterinaria de la Escuela de Medicina Veterinaria y Zootecnia
(hoy Facultad). El maestro Huerta tenía el proyecto sobre gumboro en Caballos
(pensando que la causa era el Trypanosoma
gambienze). Mi responsabilidad era cuidar, sangrar, etc. a conejos inoculados
con una cepa de Trypanosoma gambienze;
se tuvo éxito porque dio margen a estudiar el desarrollo de una vacuna contra
la enfermedad mencionada. Lo que sí quiero decir que fue un año en el cual no
percibí paga es decir estuve de “SUPERMACHO”.
Para
1962 designaron al Dr. Manuel Ramírez Valenzuela como Director del Instituto,
situación que me favoreció pues tuve la oportunidad que me otorgara mi primer
nombramiento provisional “OFICIAL, E DE TRANSPORTES” hasta alcanzar el
nombramiento de “VETERINARIO, A” en 1968.Recuerdo que alrededor de 1962 ingresó
a las instalaciones del Instituto la Fundación Rockefeller (USA), que
posteriormente fue CENTRO NACIONAL DE INVESTIGACIONES PECUARIAS, cuyo propósito
fue establecer un Proyecto de Investigaciones a nivel nacional en las áreas
veterinarias. Al frente de esta Institución como Director General venía el Dr.
John A. Pino. Solicité entrevistarme con el Dr. Pino y le comente mis deseos
que quería ser Investigador en el área de la Nutrición Animal, no sabía bien
que era la nutrición, pero quería yo ser “Nutriólogo”; (para esas fechas 1962
ya era yo pasante de la carrera de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la
UNAM). Desafortunadamente el Dr. Jonh A. Pino me indicó textualmente “NO ES
POSIBLE TU INGRESO PORQUE SE REQUIERE GENTE NUEVA QUE NO TENGA QUE VER CON
OTRAS INSTITUCIONES”; me sentí muy desmoralizado; pero en fin; para ese entonces
yo era el jefe del Departamento de Microscopía de los Alimentos y de Bromatología
del Instituto. Continué mi labor profesional a mi cargo, hasta que en 1965
designaron al Dr. Melitón Betancourt en vez de …….., como jefe del Departamento
de Registro y Control Nacional de Productos Veterinarios: Medicamentos, alimentos,
biológicos, vitaminas, etc.; EL Dr. Betancourt me propuso laborar en su
departamento. Posteriormente designaron a este Departamento de Registro y Control
Nacional de Productos Veterinarios al Dr. J. Antonio Muñoz del Pozo, quien me
nombró en 1972, Subjefe de dicho departamento. Estuve comisionado por un tiempo
al Departamento de Registro y Control Nacional de Productos Veterinarios
ubicado en la Alameda Central; a mi regreso al INIP estaba como jefe del
Departamento de Nutrición y Bioquímica el Dr. Héctor Merino Zúñiga hablé con él
y logre incorporarme a su proyecto de investigación. Así que para 1975 mi labor
ya era como investigador con otra política y forma de desarrollo. Posteriormente
se cambió el jefe del Departamento de Nutrición al Dr. Armando Shimada Miyasaka
y pude realizar la Maestría en Nutrición en la FES Cuautitlán-UNAM.
Posteriormente
fui editor de la revista científica Técnica Pecuaria en México de octubre 1988
a enero 1991.
A pesar
de los cambios tan dramáticos, fusiones, etc., que se dieron muy complejos y
difíciles logre llegar al máximo nivel del tabulador como investigador. En ese
tiempo recibí varios premios entre ellos Investigador Nacional Nivel 1. En
junio de 1997 tomé la decisión de “Jubilarme”
Agradezco
a la Institución y a los ejecutivos que me apoyaron durante mi estancia
profesional dentro del Instituto, para lograr lo que soy, un Investigador en la
producción pecuaria de mi País”
“En
aquel entonces la investigación gozaba de libertad, una premisa fundamental de
la investigación, lo que daba origen a proyectos verdaderamente creativos y
diversos, generalmente impregnados con un contenido social fundamental, que
daban respuesta a los numerosos reclamos del sector pecuario del país, los
cuales se desarrollaban en un ambiente de gran camaradería y dentro de una
mística de compromiso por servir al país. “Hago votos porque esos principio se
retomen”.
“Éramos un
mundo de jóvenes con muchas ilusiones apoyados por Investigadores de reconocido
prestigio en el país, de los cuales aprendimos el trabajo en equipo y más que
todo a trabajar con ética y con gusto en la investigación lo que hacía que más
que trabajo fuera un placer y orgullo pertenecer al INIP”
“Mi
primer contacto con el INIP fue en la clase de “Administración” con el MVZ
Ernesto Mendoza, profesor de la FMVZ-UNAM, desde ese momento me enamoré de lo
que se realizaba en “Palo Alto”; posteriormente llegó a mis manos una revista
Técnica Pecuaria en México, revisé un artículo del Dr Morilla acerca de la
gastroenteritis transmisible de los cerdos y ví que la única mujer incluida
como co-autor en toda la revista era la Dra. Camila Arriaga, en ese momento me
dije –yo quiero ser como ella-. Mi compañera y amiga Sandra Cuevas mencionó en
Diciembre del 84 que había una plaza en “Epizootiología” y vine a ver al MVZ
José Morales, que me recibió muy amablemente y me comentó que
desafortunadamente la plaza ya había sido otorgada, pero que era bienvenida si
quería ir a ver lo que se hacía en ese laboratorio, por supuesto dije que sí.
Ese lapso de 1985 fue muy importante para mí, ya que me aprendí varias
técnicas, que me han servido durante todo el resto de mi carrera como
investigadora y también hice grandes amistades e incluso conocí en el INIP al
papá de mis hijos. Posteriormente, en 1986 y ya siendo el INIFAP, fui
contratada por la Dra. María Roldán de Gordón, a la que estoy segura desde
donde está le gustará ver la culminación de este documento”
Nota: Este escrito forma parte de la Memoria del INIP publicado en 2014
Nota: Este escrito forma parte de la Memoria del INIP publicado en 2014
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